Valdría la pena hacer una historia de la relación entre la robótica y la literatura. En primer lugar, el término robot nació en la literatura, es decir, de la mente de un escritor y filósofo checo llamado Karel Capek. Karel Capek publicó hacia 1920 una obra teatral titulada R. U. R. (Robots Universales Rossum). Capek popularizó la palabra robot, que en lengua checa originalmente significa o era un sinónimo de esclavitud y que sigue estando asociado a trabajos forzados.
Cuando la obra teatral de Capek R. U. R. (Robots Universales Rossum) se estrenó en 1920 en Praga. ésta seguía siendo una ciudad bellísima con palacios y puentes magníficos sobre el río Moldava, afluente del Elba, pero en la que ya Franz Kafka había publicado en 1915 su famoso relato, La Metamorfosis, en el que desde luego da cuenta del nivel de esclavitud del empleado o asalariado moderno. Gregorio Samsa se convierte en cucaracha por el estrés de no haberse despertado temprano, de que no lo deje el tren, de no llegar tarde al trabajo. Praga era parte del imperio austrohúngaro, pero desde el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando y de su esposa Sofía Chotek el 28 de junio de 1914, entró en disolución con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Ya el ciudadano de Praga no era un vasallo del Imperio, sino un vasallo de poderosas fuerzas económicas y de un capitalismo abstracto.
La obra teatral de Capek Robots Universales Rossum se estrenó por compañías extranjeras en los mejores teatros de Londres y de Nueva York, desde entonces la palabra robot se popularizó para simbolizar aquellos aparatos capaces de imitar el cuerpo humano. La obra de Capek, naturalmente, pone en escena robots. La obra consiste en una empresa que construye humanos artificiales orgánicos con el fin de aligerar la carga de trabajo del resto de la sociedad. En la obra aparecían los primeros actores haciendo el papel de robots.
Tengamos en cuenta que si el robot conoce todo de ella (de su Damita), como un padre conoce a su hijo, es porque ya la máquina digital, como dices tú, ha archivado, procesado y difundido en su memoria todo lo que le gusta, le aborrece o aterra. Esa máquina es de alguna manera el cine mismo. El robot Andrew es sentimental porque está protagonizado por Robin Williams, cuyo papel protagónica en Mrs. Doubtfire (1993) ya había sensibilizado sobre el papel de las señoras de la limpieza a la vez que la del hombre divorciado o incomprendido por su familia.